Intento racionalizar mi gusto por la música de Asins Arbó que ayer comenté en el blog; y más en concreto los aires que me traen las músicas incluidas de El cochecito y de Plácido.
Hace ya muchos años, cuando no se habían ni inventado ni desarrollado los "media" y las tecnologías de reproducción del sonido actuales, la música en directo era lo habitual y , también, lo excepcional por los limitados lugares y ocasiones en que la música se desarrollaba.
Las orquestinas eran, dentro de sus limitaciones, muy variadas. Como mínimo, dulzaina y tamboril. También eran grupos con algún instrumento de viento: saxofón y trompeta, tuba en ocasiones y, a veces, trombón; a mayores de la percusión en la que al tambor se añadía bombo y platillos.
Estos grupetes musicales, (que le daban a todo: desde jotas y seguidillas populares a versiones de coplas o de los últimos éxitos que la radio venía pregonando), alegraban reuniones, pasacalles, fiestas y veladas y alrededor de ellos se producía de forma espontánea el baile.
En muchos lugares a estos grupos se les decía "charambitas"; y es ese alma de charambita lo que me hace adorar esas músicas de Asins. De joven- finales de lo sesenta - me contaron que en el parque de Valorio, en Zamora, tocaba en tiempos la que todo el mundo conocía como Charambita de Valorio que este buzo mencionó en unos versos, ya añejos, que van a continuación.
BOSQUE DE VALORIO
Más allá de la fuente
se puede ver morir
el día con decencia.
Bajo altos pinos,
elegantes pinos de redondas copas, perfumados
piñoneros secos,
un suelo tapizado de agujas,
piñas, arena blanca y suave,
desata pasos.
Un niño escapa al fin
de la mano de un abuelo
adusto, seco, castellano
que, en tanto, se detiene
y lía un caldo.
Por la pasarela de madera,
sobre el arroyo de cauce miserable y pútrido
siempre cruzan niñas
de cuadritos con una flor en la mano.
En el curso artificial y tan bonito,
eternamente yacen
en una soledad perfectamente indefinida
bolsas de plástico y botellas.
Más allá la luna es testigo
en la noche y oculta
(un preservativo recuerda el uso
más sabio del lecho
de hierbas entre robles y hojarasca),
historias gloriosas e innombrables.
Pero ahora canto las cuarenta.
Otro porrón - “carroñas” –
y más tapas de tortilla.
Todo tiene una música especial,
un muy propio sentido,
(charambita de Valorio).
Todo encaja, recuerda.
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