Para leer ciertos libros
hay que vacunarse primero. Continente salvaje. Europa después de la Segunda
Guerra Mundial del historiador británico Keith Lowe editado por Galaxia
Gutemberg es uno de esos libros. Hace unos meses comencé con el y no pude pasar de la Introducción
y de Destrucción física, su primer capítulo. Tal era la desazón que me produjo
vislumbrar las atrocidades desmenuzadas que seguirían en los capítulos
siguientes.
Unos meses después, ya
digo que como vacunado por la aproximación inicial, he vuelto al libro y estoy poco a poco adentrándome en
esa sucesión de horrores y de venganzas y maldad en esa oscura época de los años
que sucedieron a la Segunda Guerra Mundial, en los que murieron también
millones de europeos y más millones aún sufrieron los horrores de la posguerra.
Ciudades destruidas, miles de niños sin familia abandonados a su suerte, violaciones
y saqueos masivos, campos de trabajo y campos de exterminio… y muchas más maldades. Eso fue nuestra querida Europa de 1945 a 1950, (o más; que de
los campos soviéticos, aun soltaron prisioneros en 1957). Se dice en la
contraportada:
En la mayor parte del continente, las
instituciones como la policía, los medios de comunicación, el transporte, los
gobiernos locales y nacionales, habían dejado de existir. Los índices de criminalidad
aumentaron, las economías colapsaron y los ciudadanos europeos estaban al
límite de la extenuación.
En este apasionante estudio de los años posteriores
a la guerra, Keith Lowe describe un continente todavía sacudido por la
violencia, donde una gran parte de la población no había aceptado aún que la
guerra hubiera terminado. El libro subraya la ausencia de moralidad y la
insaciable sed de venganza consecuencia del conflicto. Describe los choques
étnicos y los enfrentamientos civiles que azotaron las vidas de la gente común
desde el mar Báltico al Mediterráneo y el establecimiento de un nuevo orden que
finalmente trajo una difícil estabilidad a un continente devastado.
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