lunes, 22 de junio de 2020

Versos de la Madraza de Granada. Versión de Darío Cabanelas Rodríguez.

Veo que con esta convalecencia se me ha pasado traer a La perplejidad del buzo las últimas cosas que he hecho referidas a la poesía científica que realizo en las secciones de poesía y ciencia, (selección de poemas), en paralelo a sus notas y comentarios que plasmo en el blog La alegría de las musas 2. Vamos a ver si nos ponemos al día. Comenzando por Versos de la Madraza de Granada  en versión de Darío Cabanelas Rodríguez.

Versos de la Madraza de Granada

En árabe mádrasa o madraza significa escuela, aplicándose a todo tipo de instituciones: públicas o privadas, musulmanas o seculares, etc. Sin embargo, madraza en español refiere a una universidad o escuela de posgrado islámica donde se podían estudiar, además de la religión islámica, otras ciencias. Los Versos de la Madraza de Granada se encontraban escritos en una lápida  situada en el interior de la Madraza de Granada, fundada en 1349, durante el reinado del monarca nazarí, Yusuf I, (1333-1353).

 

Restitución de la portada original de la Madraza de Granada,
(según Rafael Contreras)

En ellos se alaba su creación y se  exhorta el cultivo de la ciencia. Sirvan estos versos, también, para valorar mejor la riqueza de nuestra historia, resultante de la variedad de culturas que vivieron con nosotros a lo largo de más de veinte siglos y que han dado lugar a lo que somos. 

Versos de la Madraza de Granada

¿No es así como han de edificarse las escuelas de la Ciencia

y permanecer indelebles los timbres de nobleza,

buscando la faz de Dios mediante el bien obrar

y cosechando honrosos frutos del árbol de la firmeza?

 

Por mí se enorgullece la majestad real,

Siempre que dos émulos rivalizan entre sí.

Soy más generosa que la lluvia cuando las nubes se ocultan

y mejor adalid que los astros cuando las tinieblas se oscurecen.

 

¡Oh tú, que, anhelante, buscas el rostro de la ciencia;

te verás recompensado de las lides del desierto o del calor de la paz!.

Mi puerta es el meridiano que no has de abandonar,

pues, si en él te mantienes, alcanzarás gran provecho.

 

¡Cuántos meteoros brillan en mi cielo

y cuántos halos circundan la luna llena!

Su resplandor incomparable ilumina el buen camino,

y la limpieza de sus corazones acrecienta el saber.

 

¡Otorgue Dios, por mí, a Yūsuf la mejor recompensa

de los reyes Banū Naṣr, por su religión y su ciencia!

 

Versión de Darío Cabanelas Rodríguez, OFM. (Orense, 1916 – Id., 1992)


Ver más en La alegría de las musas 2



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