No recuerdo que en poesía y ciencia, a lo largo de sus casi 18 años de andadura, se haya incluido ningún poema específicamente dedicado a los relojes. De remediarlo es tiempo, teniendo a mano este gran poema, ‘Tempus ex machina’ del que presentamos unos fragmentos que recogen tres momentos en la historia de los relojes.
Sus inicios con la clepsidra a lo que sigue el reloj de péndulo – te amamos Galileo - y la actualidad con el cuarzo o la energía atómica del Cesio. El poema es de voz y lenguaje muy actuales y sumamente elegante. Como toda la poesía de su autor, el poeta argentino Andrés Neuman que - suerte que tenemos – habita entre nosotros en España.
Tempus
ex machina. (Fragmento)
En el compás del mundo
siempre ha habido
un reloj conmoviéndose.
La clepsidra, el hallazgo
fundador
donde un cuerpo paciente
pierde líquido
resume el espectáculo
del ciclo de la vida
misterioso, evidente como
es:
quiere partir el tiempo
gota a gota.
Su caudal desemboca en el
desierto
donde alguien creyó
entender la arena.
Dos botellas hermanas con
un cuello a punto de asfixiarse:
así es como el instante
le perdona
la vida a su garganta y a
la nuestra.
(….)
En la nueva vigilia se
alzó el péndulo
con su cebo insistente
para pescar el tiempo
mientras flota.
El vaivén vive atento a
su tarea,
disminuye su arco,
disminuye
pero no lo que tarda en trasladarse
de un extremo hasta el
otro del camino.
Te amamos, Galileo.
(....)
Los ingenios actuales
(¿actual que pase el tiempo?)
desearían fundirse con su
objeto inasible,
aspiran a la
indivisibilidad.
Han conocido el cuarzo
que regula su vena
diminuta
o la energía atómica del
cesio
seducido por leves
magnetismos.
Digitales, sin cuerpo,
transparentes.
Hojas del huracán.
Con pantallas de agua.
Iluminados.
Así son los relojes de mi
tiempo.
Con pilas que alimentan
como un grano de arroz.
Y con el mismo amor, el
mismo pulso,
eternos como nunca lo
seremos.
Andrés Neuman Galán.
(Buenos Aires, 1977)
Más información en el blog ‘La Alegría de las musas 2’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario