domingo, 26 de julio de 2020

Tres poemas botánicos. Emily Dickinson.

Emily Dickinson, empezó a interesarse por la botánica en la escuela Mount Holyoke, de South Hadley, Massachusetts, donde se animaba a todas las niñas a recoger, estudiar y coleccionar flores y plantas locales para realizar un herbario. Dickinson recogió unas  400 flores de la región componiendo un herbario de gran sensibilidad, que acompañaba cada planta con una etiqueta con su nombre. Ese herbario realizado entre 1939 y 1846 se ha conservado en la universidad de Harvard hasta nuestros días.



En 2006 se editó el Herbario de Emily Dickinson  en facsímil y, hace unos cinco  años, fue digitalizado; siendo, desde ese momento, accesible a todo el público. Finalmente, este 2020 la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker  ha publicado en nuestro país una antología bilingüe de la poesía botánica de Emily Dickinson junto con ilustraciones procedentes del Herbario. Lo que  constituye, sin duda, uno de los mayores acontecimientos de  poesía científica en 2020. 

Nos parece un broche final magnífico para esta temporada de poesía y ciencia, y, para ello, hemos seleccionado tres poemas: los numerados 1098, 1650 y 1779.


Tres poemas botánicos


1098

Las hojas, como las mujeres,

intercambian astutas confidencias;

unos  cuantos saludos, y unas cuantas

portentosas conclusiones,


en ambos casos las partes

disfrutan del secreto –

compacto e inviolable

a la visibilidad.


1650

El pedigrí de la miel

no le importa a la abeja;

en cualquier momento, un trébol, para ella,

es aristocracia


1779

Para hacer una pradera es necesario un trébol y una abeja –

un trébol y una abeja.

Y un ensueño.

Bastará con el ensueño,

si abejas hay pocas.


Emily Dickinson. (Amherst - Massachusetts, 1830 – 1886). /(Traducción Eva Gallud)


Ver más en el blog La alegría de las musas 2.


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